Hablar de Unidad no es un
discurso nuevo. Mucho se ha escrito en las últimas décadas y el siglo pasado al
respecto de la importancia de aunar el propósito espiritual para impulsar la
evolución de la conciencia de la humanidad y la avenida del nuevo avatar.
Hablar de Unidad –en términos
mentales- no es lo mismo que sentirlo y expresarlo desde el corazón. Son
dimensiones que aparentemente pueden semejar sinónimas pero resultan realmente
distantes.
Aunque, probablemente, ha
resultado operativo introducir el concepto de Unidad desde un plano meramente mental,
para posteriormente, desde un nivel experiencial, comenzar a expresarlo desde
la voluntad y desde el corazón.
Sea como fuere, estamos ya indudablemente
bañados por el influjo de la constelación de Acuario, en una nueva era cuyas
cualidades auguran un futuro prometedor para el cuarto reino, la humanidad.
En todas las transiciones
entre eras, han confluido siempre viejos y nuevos modelos de alcanzar el
arquetipo de la raza. En este momento actual, esta circunstancia también se
presenta.
Si podemos levantar nuestra
vista y ampliar nuestra percepción, dejando de lado cualquier apego a
tradiciones, creencias o ideas que hayamos heredado, probablemente todos coincidiremos
en que los viejos modelos ya no nos sirven para ese impulso de conciencia que
exigen los nuevos tiempos.
Podemos afirmar que en la
medida que nuestra presencia interior guíe los pasos de nuestra vida cotidiana,
iremos percibiendo las vías adecuadas para atraer, impulsar e irradiar la tan
reiterada libertad, igualdad y fraternidad que desde la ilustración francesa
venimos invocando.
Y con presencia interior nos
referimos a aquella capacidad de silenciar nuestra personalidad para percibir
la verdad, nuestra verdad, aquella verdad que emana de manera inconfundible
desde el seno profundo de nuestro corazón.
Y esta capacidad de
sumergirnos en el silencio hoy en día ya no nos resulta ajena, pues todos hemos
oído o leído en alguna ocasión –si no participado activamente- en prácticas
como Mindfulness, Atención Plena, Meditación, Serena Expectación, etc.
Acuario ya nos inunda de
pleno con sus cualidades primordiales.
Esta toma de conciencia
interior, de florecimiento de la Unidad en nuestro corazón, es una fase
ineludible en los tiempos actuales. Al respecto hay que advertir que no
funcionan los atajos ni los by-pass de ningún tipo.
En la era de Piscis -que
recién está languideciendo- por motivos que ahora no vienen al caso, impulsó muchas
veces la vía opuesta: la de integrarnos en grupos espirituales para, bajo su
cobertura y amparo, impulsar la ampliación de la conciencia individual, y preferentemente
bajo la guía, supervisión o intermediación de un líder o gurú.
En Acuario, ya comenzamos a
comprender que esa no es la dirección.
Aunque queda bastante
Propósito por desvelar en la –todavía incipiente- era de Acuario, pero algunas
orientaciones podemos ya ir intuyéndolas:
- La ineludible y, ya comentada, toma de
conciencia interior, anclada en nuestro corazón –o chakra cardíaco- desde la
cual debe de surgir ese profundo y trascendente Espíritu de Unidad.
- La generación de nuevas relaciones
sociales basadas a partir de aquello que nos une y respetando y aceptando la singularidad
y la diversidad de cada ser humano.
- La interconectividad, la flexibilidad y la
apertura total de los grupos espirituales.
- La conexión, la interrelación fluida entre
diferentes grupos espirituales trabajando juntos en proyectos y acciones
compartidas e inclusivas.
- …
Y puntos
suspensivos porque hasta este artículo debe de ser acuariano. Veámoslo:
-
Lector,
lectora… ¿Qué orientación nueva añadirías?
-
Comenta,
por favor.
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